Autora, Marlene Núñez Ramírez.
La reforma de pensiones en curso dice fuerte y claro, Sí + AFP, perjudicando aún más a las actuales y futuras pensiones al posponer indefinidamente la posibilidad de acercarse a la seguridad social inexistente en este sistema de pensiones y por lo mismo considerado objetivo inicial del impulso de esta reforma por el actual Gobierno.
Lo cierto es que la seguridad social no existe en Chile en ningún ámbito de su competencia porque aquí todos los derechos sociales son productos mercantiles que se tranzan en sus respectivos mercados y, a quien no pueda comprarlos el Estado se encarga de asistirle, es decir de tratarle como sujeto de limosna en lugar de como sujeto de derecho. Esta es una marca poderosa de este orden de cosas deshumanizado, que por supuesto necesita ser cambiado de manera urgente.
Es sabido que el negocio de las AFP basado en el ahorro individual es fallido para las pensiones de sus afiliados, porque no sólo no consigue lo que en principio se ofreció, pensiones generosas aproximadamente correspondientes al 75% de los últimos salarios e incluso al 100% de ellos, en condiciones ideales. Por el contrario las pensiones conseguidas por quienes ahorran menos, porque no tienen oportunidades de ahorrar más (alrededor de 2/3 de los afiliados), son pensiones de hambre debido a que están muy por debajo del salario mínimo.
Las AFP y quienes las defienden suelen argumentar que es responsabilidad de la persona afiliada el ahorro insuficiente, comúnmente debido a las lagunas por cesantía, como si esta cesantía fuese por flojera y no por la precariedad del mercado laboral de ofertas de trabajo seriamente insuficientes y sueldos miserables para el mayor porcentaje de la población, incluyendo los salarios de técnicos y de profesionales. Situación dada en el ámbito privado y público.
Tan real es la situación de los bajos salarios, que personas que llegan al máximo de años de cotizaciones, sus pensiones siguen resultando por debajo del salario mínimo o apenas bordeándolo.
Esta reforma no es una reforma que beneficie a la totalidad de las personas pensionadas hoy ni en el futuro próximo, no solamente porque no cambia las reglas del juego que da bajas pensiones, sino porque el logro conseguido por el Gobierno en el Congreso apenas subsidia las pensiones actualmente menos favorecidas y las mejora con recursos estatales más que con los recursos adicionales que recaudarán las AFP.
Pero las Administradoras de Fondos de Pensiones se beneficiarán con un crecimiento de la recaudación mensual en casi la mitad más de lo que hoy recaudan, dineros que seguirán aumentando el financiamiento del mercado de capitales, cuyas utilidades se invierten en los negociados de los grandes capitalistas nacionales e internacionales lo que no significa ni remotamente un chorreo de capitales que se vayan a utilizar en beneficios sociales para la mayoría de la población que habita este país.
En definitiva subirían un poco las pensiones para aproximadamente un 60% del universo de pensionados empobrecidos por el actual sistema de pensiones. Esta es claramente una reforma paliativa para ese grupo de personas, con mayor ayuda del Estado que de los fondos individuales; a cambio del crecimiento extraordinario de los fondos recaudados por las AFP, que sin duda aumentarán sus ya obscenas utilidades implicando la bárbara consolidación del sistema de las Administradoras de Fondos de pensiones. Todo el universo neoliberal involucrado y beneficiado, feliz por supuesto.
El objetivo inicial de la propuesta de reforma del Gobierno era aumentar en un 6% la recaudación mensual con cargo al empleador y la administración de ese 6% en modalidad de reparto, lo que habría implicado la mejora sustancialmente significativa e inmediata de todas las pensiones actuales y futuras, cosa que queda muy lejos de lo que se consiguió que es apenas superar por medio de tres vías parche, las situaciones más paupérrimas, de manera gradual y una de esas medidas funcionará por un tiempo acotado, porque como aumenta significativamente la recaudación de las AFP, se vuelve a tener esperanza en que las pensiones mejoren sólo por eso. Se pretende cosechar peras del olmo, cuando sabemos que el olmo da nueces. Inyectar más bencina al auto servirá para los negocios de las AFP y del mercado de capitales, pero no para dar mejores pensiones. Y el Gobierno lo sabe como cualquiera que entienda como funciona este círculo inmoral de negocios que confisca obligatoriamente cada mes, el dinero del salario de los trabajadores para hacer más ricos a los ricos, personas y empresas incluidas las administradoras de fondos de pensiones, sin entregar pensiones dignas a pesar de las utilidades obscenas desprendidas del movimiento de este capital usurpado de las y los asalariados.
Pero el Gobierno sucumbió cediendo y aceptando migajas en las pensiones en lugar de arriesgarse a perder su proyecto completamente trasquilado. Total y después de todo, seguir administrando el modelo económico que se ofreció erradicar, es mejor que perder el limitado gobierno. Si las y los trabajadores han aguantado tanto tiempo sin tener opciones de elegir, pueden seguir esperando una nueva oportunidad de cambio. El punto es que este robustecimiento del sistema de AFP, alejará aún más la posibilidad de modificaciones significativas en el corto, mediano y largo plazo.
¿Podemos seguir esperando la voluntad de un cambio?